Cantando en Romance [Libre]

Aer caminaba por la soleada plaza, llena de vida en ese esplendorso dia.
Se paro delante de una fuente de piedra que había justo en el medio de la plaza, y se sento en los escalones de piedra de esta, descolgandose su Laúd y empezando a llamar la atención de los vianantes con unas cuantas notas bien entonadas.
Cuando un grupo aceptable de gente empezó a observarle de manera curiosa, este cambió el tono de las notas emitidas por su Laúd, a un ritmo lento y melodioso, y los versos, cuidadosamente escogidos, empezaron a salir por su boca:

Manchas de dolor pueblan mi vida
Sangre salpicada tiñe mis ojos
Con formas extrañas que hostigan
Mi marcha al futuro sin retorno

Castaña era su melena
Castaña deja mi alma en pena

Palidece mi tez con el recuerdo
El recuerdo de tu nívea piel caliente
Estigma de mis sueños
Cruel sueño recurrente

Castaña era su melena
Castaña deja mi alma en pena

Tristeza en mis brazos
Rabia por no haberla cogido
Odio sobre mis actos
Llanto hasta quedar dormido

Castaña era su melena
Castaña deja mi alma en pena

Como un instrumento sin cuerda
Como un poema sin versos
Olvido fácil la alegría
Recuerdo fácil el miedo

Castaña era su melena
Castaña deja mi alma en pena

El trovador siguió cantando dichos versos, cambiando alguna palabra de otra, para hacer el cantar mucho mas ameno, mientras la gente le miraba entre fascinada y divertida.

[Agradecimientos por el poema a mi amigo Hatto.]

El trovador observó como el pelirrojo noble le echaba unas monedas, y le pedía por otra canción.

Otro sucio noble....- pensó mientras trataba de hacer una de sus mejores sonrisas hacia el hombre- Como vos deseéis.

El trovador se acomodo su laúd y empezó a tocar una melodía animada la cual invitaba al baile, mientras que de sus labios salían los siguientes versos.

El viejo noble quiere casar
a su hija.
Pero esta sufre una fuerte
desdicha.

Es una dama,para nada
hermosa como el sol,
sino horrorosa como
un lobo feroz.

No tiene la voz de
un ruiseñor, sino
que da voces como
lo haría un troll.

Sus uñas son largas
como un aguijón,
su pelo es áspero
como un día sin sol.

El trovador dejo de cantar sus sutiles versos, y miro desafiante al joven noble - Os ha gustado mi cantar señor?

Me alegro que os haya gustado miseñor- dijo Aer con fingidas palabras dulces- y agradezco vuestros halagos, puesto que solo soy un simple trovador.
Tiene valor el cerdo...de no responder a mi provocación...- pensó este, maldiciéndose en sus adentros- Sin embargo, no puedo aceptar vuestra invitación, tengo asuntos que me requieren...como ver crecer la hierba, ver las nubes pasar, seguir con mi cantar o ver las dulces señoritas desfilar- dijo este con una finjidísma sonrisa, tratando de tocar la fibra sensible de este-Ya sabéis mi señor, tareas relevantes, de gran importancia, que no pueden ser interrumpidas por reunirme con un noble de vuestra calaña.

Dicho eso, el joven se levanto, mientras se limpia sus ropas del polvo del lugar, y se colgaba el laúd en su espalda, no pensaba acompañar al noble, como si fuera un cortesano de mas, si el lo había visto así lo llevaba claro, igualmente si no era así seguía sin querer acompañarlo. A su parecer todos los nobles eran iguales, déspotas, manipuladores y crueles, no iba pues a seguirle el juego a este. Aer entonces empezó a caminar, con la intención de irse del lugar.

Justo cuando ya iniciaba su marcha, fue parado por el otro, que con una hermosa flor en su mano, le halago a reverencias, cosa que en el mismo momento le hizo sentir claramente incomodo.
Pensó que se trataba de un tipo persistente, realmente no parecía querer rendirse fácilmente, y se notaba que era un miembro de alta cuna, por su refinado y culto hablar, y sus buenos modales.
Las pomposas palabras del otro le hicieron sonrojar levemente, ese hombre sabía bien como mover su lengua viperina, con adecuados y bellos términos. Este le ofreció su bella flor, la cual el otro acepto un poco a regañadientes. Supuso que no podía tener nada de malo aceptar su invitación. Solo se trataba de una copa, no era así? Y el andaba algo hambriento.
- Como queráis mi señor, ya que insistís os acompañare - dijo al final, rindiéndose a la petición del hermoso noble y colocándose a su lado para seguirle a donde fuera que quisiera llevarle.

Este se avergonzó por el ruido de su estomago. Entonces, noble le ofreció su fornido brazo, el cual el no acepto, limitándose a seguirle únicamente.
Le llevo a una taberna, bastante acogedora, todo deba decirse, por lo visto el tipo era conocido allí, y el tabernero pronto les atendió con su mejor sonrisa.
Aer observó el lugar, si mas no maravillado, no era la típica taberna de mala muerte, sino un lugar con madera pulida y caliente, el cual era perfecto para sentarse y charlar durante horas. Aer se sentó en la silla delante de su anfitrión, mientras este pedía su comida.
Tomare una cerveza y plato de albóndigas, nada mas- dijo brevemente el chico, rechazando las ostentosas comidas que le ofrecía el noble -no requiero de mas. Allí sentado, espero a la verborrea del otro, y sobretodo a su plato, visto lo hambriento que estaba.

El joven vio como el otro le observaba fijamente, sintiéndose algo cohibido. Tenia que admitir que el tipo era atractivo. Sus azules ojos rasgados, su roja y larga melena, sus facciones también rasgadas y atrayentes, su increíble labia y su fornido cuerpo. Sin embargo, no dejaba de ser un noble, un sucio noble, y no debía confiarse por ello.
Les trajeron la comida, y el brindó con el otro, el cual parecía bastante sediento. Vio como unas gotas caían por su cuello, sin poder evitar quedarse hipnotizado por ello, ese fuerte cuello.
Trato de desviar la mirada, y empezar a comer sus albóndigas con esmero, llenando su vacía barriga. Se alegro del peso de estas en su estomago, el cual se hizo agradable. realmente estaba hambriento, y la invitación del noble había sido muy oportuna.

Aer seguía comiéndose sus albóndigas avidamente, mientras escuchaba al otro.
Si, supongo...-dijo sin mostrar mucho interés a las palabras del otro- Me llamo Aer, Aer Fair.

Sin embargo, todos los lugares eran iguales, con la misma gente fin de cuentas, las mismas injusticias, solo quina con un pequeño toque personal, pensaba el.
Tenéis como costumbre invitar a desconocidos a comer muy a menudo?- dijo medio sarcástico el chico mirándole fijamente, para después volver al ataque de las ricas albóndigas.

Aer escucho como el noble empezaba su verborrea inutil, sobre su bondad y demas memeces. Se creia que se chupaba el dedo? Pues iba bien equivocado.
-Pues si, no puedo evitar mostrarme desconfiado, a fin de cuentas los nobles y el mismo regente, son claramente conocidos por sus excesos y crueldades - dijo Aer sin ningun tipo de remordimiento, aun sabiendo la gravedad de sus palabras - A diferencia de otros, los "plebeyos" debemos ganarnos la vida.
Ahora si que estaba fastidiado, sino fuera por su hambre, no habria aceptado la invitación del otro, realmente los nobles le enojaban, eran tan estupidos y prepotentes, siempre con sus memeces sin sentido.