Llegando con nuevos aromas (libre)

15/02/2011

Levantó polvareda el trote de su caballo por las amplias calles de barro seco y caliente. Culminó bajo la sombra de unos aposteros donde dejaría al corcel descansar y saciar su sed, descendiendo su voluminoso cuerpo hacia el suelo, haciendo crugir el metal de su armadura y dejar que refulgiera radiante y prepotente al sol.

Quitándose entonces el casco, atusandose la rojiza melena y pestañeó algo molesto por el polvillo en el aire y el calor.
Estaba por ahora en descanso asi que se permitió sacarse algunos accesorios de metal, como los que recubrian su pecho y sus brazos, tambien los de sus manos y cuello. Sólo dejó protegidas sus piernas y portando su espada como debia ser moralmente obligatoria costumbre, se encaminó hacia una tienda de objetos brillantes que colgaban y otros solo brillaban llamando su atencion.

Luego quizas pasaria por la taberna a comer algo y a beber, su cuerpo se merecia ese mimo despues de una sedienta y larga vigilia.
Pero primero estaba su deber de seductor, y no podia seguir andando por allí sin nada con qué reforzar sus artilugios romanticos ocasionales. Una cuenca de vidrio, una tiara de madera y cristal, o un simple colgante. Cualquier chuceria el podria usarlo como una herramienta, o simplemente regalarlo sin compromiso a cambio de un poco de alimento para su voraz ego insaciable.

Sus pesados pasos se hicieron lentos mientras miraba con una curiosa sonrisa la mercancia, quitandose mechones de cabello de su maya corta color verde pino, cuyos cordones sobre el pecho estaban desatados y desprolijos.