Perdida en el bosque

Caminaba tranquilamente por el bosque, quería un poco de paz y en ese hermoso bosque lo encontró. Caminaba despacio entre los grandes árboles, admirando su fortaleza, encontrándose con muchos animales que deambulaban por hay. Pero lo que no esperaba ver era a una hermosa dama acostada sobre el verde pastizal. Se acercó despacio hacia ella y se puso a su lado aun estando de pie.

— Buenas tardes señorita. Se ve que no es por estos lares, ¿acaso se encuentra usted perdida? — dijo sonriendole amablemente.

Miro sorprendido a la dama ante su reacción tan inesperada, de la cual se rió un poco. La miró disimuladamente de arriba-abajo tenía una hermosa figura. — Esta bien, esta bien. Mi nombre es Karsten Von Uckermann para servirle, y... ¿su nombre es tan lindo como su rostro? — Tomo gentilmente la mano de la mujer, dándole un pequeño beso en el dorso de esta aun sonriendole.

— "Lo sabía" — pensó riéndose un poco. — Claro que si, yo vengo aquí muy seguido para observar la naturaleza. Si quiere le puedo ayudar a salir de aquí, y así usted, señorita Crystall, puede ir a donde le parezca. — Siguió con la misma sonrisa dio media vuelta y le hiso una señal a la mujer para que lo siguiera, y empezó a caminar.

— Pues, supongo que en el centro del pueblo, tal vez encuentres uno que otro actor, aunque la verdad no conozco a ninguno. — No hablaba mucho con la gente, ya que al ser el alquimista lo tachaban de loco o de brujo, y le decían cosas muy hirientes que el prefería ignorar.

Solo tenía a su pequeña hija, bueno, no tan pequeña, para consolarse, y la verdad con ella le bastaba. Siguió caminando lentamente sin ningún tema de conversación en mente, hasta que... — Y dígame, como fue que llegó hasta aquí.

Se quedó serio por unos segundos ante la pregunta, para después sonreír de medio lado. — Lamento destruir tus fantasías, pero soy un alquimista. — Siguió con su sonrisa mientras miraba a los arboles y las plantas.

— Oye, oye, oye, son muchas preguntas a la vez no lo crees? — Se paró y miro a la castaña con una ceja levantada y una sonrisa. — Pues, lo del bombardeo del plomo, no lo sé, nunca lo he intentado, no soy muy millonario, pero si gano algo, tengo una pequeña hija de 18 años, mi novia falleció cuando dio a luz, y se pueden hacer muchas cosas con la alquimia, teniendo los conocimientos y la emoción de crear cosas nuevas.