Vista privilegiada

Había conversado con el rey Conrad y ya era parte de su guardia personal; ahora el escenario de su vida se trasladaba a aquel apacible lugar que, desde las alturas de la torre y cubierto por el manto nocturno, relucía y tintineaba como mil llamas gritando en la profunda oscuridad. Tal vez el reino Amane no fuese tan diferente a su amado Annwn después de todo, y ya lo había comprobado al ver directamente los ojos de su nuevo rey.

Se apoyó en el alféizar de la ventana de piedra y por fin se despreocupó de su espada, algo que no hacía desde que salió de su hogar en el reino de fuego. La brisa era, sin duda, mucho mejor que la que podía saborear en las torres del castillo Annwn, en donde se respiraba calor. En este reino era diferente; el viento incluso parecía recoger agua de la laguna y llevar así brisa húmeda al rostro del caballero.

Glenn dio un largo suspiro y se embelesó con la grandiosa vista.

Estaba cansado y aunque aun le quedaban documento que revisar para firmar o hacer decretos, estar sentando tanto tiempo le desesperaba además de que le producía dolor desde las cervicales hasta las Coxígeas, por eso ahora caminaba deambulando por el castillo.

Decidió subir a lo mas alto de aquella fortaleza, donde el viento el refrescara el rostro y desde donde podía observar prácticamente todo el reino, lo que se le antojaba una vista fantástica.

Y fue en su recorrido hacia su propósito donde le vio, haciendo lo mismo que el planeaba hacer, aunque desde un punto menos alto. Estaba tan embelesado que no había notado su presencia y aquello le hizo sonreír por que sabia lo magnifico e hipnotízate que podía resultar la visión de Amane.

- Es Hermoso no?? – capto su atención caminando hacia el y observando por el mismo punto que el caballero.

Las palabras del rey lo tomaron totalmente por sorpresa, y no pudo evitar sobresaltarse y volver a sostener fuertemente el mango de su espada al verlo aparecer repentinamente a su lado. Sin embargo, abrió los ojos de par en par y se tragó un suspiro de alivio al ver que aquella persona era el mismísimo rey Conrad.

"¿Qué tipo de caballero no se da cuenta de la presencia de alguien más? ¿Y qué tipo de caballero aferra su arma ante el rey que va a proteger? Soy un desastre..." pensó en ese pequeño lapsus en el que hacía una pequeña reverencia al joven monarca.

—Su majestad —dijo al tiempo en que recobraba su postura erguida—. Sin duda el reino Amane se ve hermoso desde este lugar. Imaginaba que desde esta torre la vista sería magnífica, pero no imaginé que sería así de cautivante —comentó mientras intercambiaba la mirada entre las mil luces del reino y los ojos del rey que eran cubiertos una y otra vez por su flequillo al son de la brisa.

Era la primera vez que tenía al rey tan cerca y que la conversación no giraba en torno a asuntos formales. Eran comentarios casuales, apreciaciones... y qué mejor que apreciar al joven monarca sin ningún documento o escritorio de por medio.

—La brisa de este lugar es húmeda; muy diferente a la del reino Annwn. Todo parece tan fresco y revitalizante.

Se cruzo de brazos; pasando su vista del joven caballo a la recién alagada vista del reino por el mismo y no pudo evitar sonreír por el comentario.

- Gracias – fue lo primero en decir – siempre es agradable escuchar elogios al reino, no solo como rey ; si no como habitante, escuchar cumplidos de la tierra que uno ama es grato.

Realmente le relajaba contemplar la comarca desde el punto más alto de esta y es que realmente era un panorama sublime; desde el verde más allá de la entrada al reino hasta el mar con su oleaje acompañado de la fresca brisa que soltaba sobre toda la región.

- El reino Annwn tienen una belleza diferente pero igual de atrayente, realmente no han sido mucha las visitas, aun así he podido apreciar el cálido encanto de tus tierras natas – sin mover su rostro que aun se dirigía hacia las afueras volvió a posar su vista sobre el Joven Ridsh – por eso aprecio tus palabras sobre Amane –

—No pudo usted haber usado mejor calificativo, su majestad. "Cálido" describe muy bien el encanto del reino Annwn, aunque... —titubeó por unos segundos al continuar su parlamento. Tal vez el rey no lo había notado, pero Glenn podía sentir que su interés por el joven monarca no era simplemente producto de la preocupación o del sentido del deber, era algo más, y temía que cada palabra llevara plasmada ese interés que parecía prohibido.

—Sin embargo... —miró por última vez los ojos del rey y volvió a posarlos solamente en el reino —, la verdadera magia del reino Annwn nace cuando esa calidez se transforma en fuego...

Luego de esas palabras, se quedó en silencio, rememorando en su mente lo que ese fuego era capaz de hacer en la gente del reino. Sin duda era magia, pero muchas veces, magia de la peligrosa, de aquella que consumía a la gente que no sabía cómo controlar el poder de las flamas del reino; era pasión desenfrenada en novatos y ardorosa frustración en los más hábiles. Glenn pertenecía al segundo grupo, controlaba el fuego en su interior, pero al ver al rey de Amane, sentía que tal vez había cometido un error al llevar aquellas llamas a un reino que solo sabía de tranquilidad.

Observo al joven caballero durante la pausa que hizo este, no le miraba fijo, simplemente esperaba a que terminara; sonriendo cuando escucho concretar su argumento.

- ¿Podría ser que hables de la pasión? ¿La que se dice es característica de los habitantes de Annwn? – pregunto sinceramente – dicen que nosotros somos fríos e intuitivos… aunque realmente, al menos yo, creo carezco de lo ultimo y soy bastante despistado; lo que me preocupa por el bien de mi pueblo – comento.

Amaba su a pueblo y aunque no podía solucionar todos los problemas de cada habitante, aquel breve momento les admiraba en anonimato, tal vez fuera cierto que fueran menos expresivos que os del reino de fuego pero ciertamente, también sentían la gama de emoción de aquellos.

- Espero puedas encontrar la magia que radica en Amane como espero poder descubrir personalmente la de Annwn – le sincero.

Al escuchar la pregunta del rey, no pudo evitar esbozar una sonrisa. Al parecer los rumores sí habían llegado a oídos del monarca. Solo esperaba que solo se hubiese enterado de las mejores partes de aquella característica de los habitantes de Annwn.

—Debo reconocer que no he conocido a muchas personas del reino Amane, pero con las que sí he compartido me han demostrado ser intuitivos y calmos. Envidio esa tranquilidad que parecen siempre llevar con ustedes. Aunque a veces el ser intuitivos y calmados los hace parecer demasiado serios y por ende fríos.

Cuando decía esas palabras, no pudo evitar mirar al rey y ponerlo como el mejor ejemplo de frialdad del reino Amane. Aunque esperaba que solo fuera apariencia.

—El reino Amane ha estado en paz y en pie, lo cual demuestra que sus cualidades son más que suficientes para los habitantes, su majestad —le sonrió mientras lo miraba nuevamente, haciendo referencia al supuesto despiste del rey—. De seguro es usted el mejor exponente de la magia de Amane.

Al escucharse a sí mismo, una voz en su interior lo regañó. ¿Es que estaba dando muchas señales? En ese segundo, esperó que el rey realmente fuera un despistado.

Le sonrió con sinceridad y volvió a pasa su vista del presente hacia la ciudad que se visualizaba pequeña desde la vista de aquella torre.

- La verdadera magia de Amane radica en su gente – afirmo con convicción – y pienso que en todos los reinos es así. Es la gente la que hace de un reino lo que es; su esfuerzo y dedicación hacia la tierra que ama.

Mientras decía aquello pensaba en lo mucho que le gustaría salir a relajarse un poco por las tierras que adulaba pero no contaba con suficientes guardias y no quería dejar el castillo desprotegido o que su hijo tuviera que abstenerse de salir; no quería encerrarlo como lo estaba el, cuando tomara custodia del reino, ya pasaría demasiado tiempo en el castillo así que por ahora deseaba que su libertad no se viera tan privada… sin dejar su seguridad de lado.

Fue cuando el propósito original que tenia pensado para el joven Ridsh, el cual era asignarlo a su hijo para mayor protección de este ya que era el futuro de Amane, cambio por completo. Si aquel honesto y orgullosos caballero pasaba a ser su guardia personal en lugar del de su hijo, los guardias podían concentrar mayor seguridad en el castillo y en el reino, además de que Andruws tenia a Ameri.

- ¿Te gustaría conocer más de esta tierra que amo y juraste proteger? – pregunto al zagal de mirada cerúlea.

- ¿Si me gustaría? -repitió la pregunta que le había hecho el rey sin lograr si esta era una invitación o una sugerencia-. Pues... por supuesto que sí -contestó mientras lo miraba e inclinaba un poco la cabeza.

Al volver la vista hacia la ciudad le indicó al joven gobernante los pocos lugares que ya había recorrido y la forma rápida en la cual había apreciado sus tierras.

- Vine directamente al castillo, así que solo he podido conocer la entrada del reino y el camino más corto que trae hasta aquí -decía mientras trazaba el recorrido en el aire con su dedo índice, tambaleando de vez en cuando aquel lápiz improvisado al no ser capaz de ver perfectamente la ciudad entre las penumbras.

De pronto, entre sus pequeña gran explicación, miró de reojo al rey y la cara de amor eterno que tenía por su tierra. ¿Hacía cuánto que aquel hombre lleno de responsabilidades había disfrutado de una simple caminata por las calles polvorientas?

- Y a usted, su majestad, ¿le gustaría? -preguntó en un impulso.

Con los brazos aun cruzados, siguió con su mirada el camino imaginario trazado por los dedos ajenos, que se suspendían en el aire para tal tarea.

Y antes de que pudiera preguntarle si aquel pequeño recorrido había sido agradable, la pequeña sonrisa desapareció de su rostro cuando una expresión de sorpresa pura ocupo su lugar, la pregunta del joven caballero le había tomado pro sorpresa.

Tras una ligera pausa donde intento leer los ojos azules del nuevo guardia, retiro su mirada de nueva cuenta por la ventana, contemplando el reino bajo su cuidado.

- ¿Tanta es la nostalgia que muestro al observar Amane? ¿O es que es mas perspicaz de lo que ha dicho?? – pregunto con sincera curiosidad y es que no negaba lo agradable que seria recorrer las calles del pueblo – la verdad que hace mucho que no soy participe del esplendor de esta tierra y me he rezagado como mero espectador –

Callo por un momento y observo en silencio las luces que ahora comprendían la ciudad, que junto con la luz reflejada en la luna, iluminaban el hogar donde desembocaban los ríos.

- ¿Me acompañarías a memorizar cada momento de Amane por más pequeño que sea? – y con todo el amor que poseía para su hogar, miro directo los iris del honesto Ridsh, donde la invitación estaba puesta.