Vigilando sin ser vigilante

Hacía tiempo que caminaba sin rumbo, un vagabundo que no tenía un lugar a donde llegar; o simplemente no deseaba por ahora regresar a su hogar; donde sabía que su familia le esperaría; en sus múltiples viajes había conocido infinidad de personas, entre ellas amigos y enemigos de los que aprendía siempre un poco mas y sobre todo hacían que su fuerza aumentara, la fuerza de su corazón y la física unidas como una sola.

El día era hermoso y aquel joven lo disfrutaba como nunca; siempre agradecido de poder despertar cada mañana en protección de los cálidos rayos del sol…

En ese momento su andar le llevo a uno de los reinos, al principio no sabía de cual se trataba; iba demasiado distraído como para fijarse, al poco rato se topo con la puerta del reino alzo su rostro un poco, notando a los guardias en lo alto de aquel lugar, al ser a su vista un simple forastero no le negaron la entrada, tal vez lo único mas sospechoso en el castaño era la espada que recelosamente guardaba tras su espalda, aunque esta siempre pasaba desapercibida ya que a vista de muchos no era más que un bolso largo era por eso que no le prestaban del todo atención o no había llegado la persona que tuviera ese cuidado de revisarle; igualmente siendo vigilado o no se adentro con cuidado, mirando ya con atención el interior del reino, sonriéndole de manera discreta a las personas que le dedicaban un saludo amable y siguió caminando, deteniéndose a pocos pasos unos cuantos pasos más de la puerta…

Yuda, se mantenía observando aun el lugar, recorría lentamente con su mirada cada puesto o casa que estuviera a su alcance, luego de un momento dio un suave suspiro, dispuesto a adentrarse más en el reino, estaba de lo más tranquilo; demasiado para encontrarse en un reino desconocido del todo para él; donde no tenía ni conocidos ni amigos con quien llegar.

Apenas si iba a dar un paso, cuando sintió el peso de una mano caer sobre su hombro, por lo que de inmediato se giro hacia la persona dueña y causante de aquel acto; notando a un chico un poco más alto que el de expresión seria y tranquila; el mismo hizo lo mismo y de manera cuidadosa se alejo de él, había aprendido por las malas a desconfiar de cualquiera que se le acercara – Ya veo…- miro a los otros guardias que revisaban a las personas y soltó una pequeña risa – ¿Tu eres parte de la guardia para revisar a las personas? –pregunto de una manera un poco fría, alejándose un poco más, aunque en su “tierno” rostro no se notaba miedo alguno de que vieran el arma que llevaba a su espalda –Si es así adelante, joven caballero…- declaro de nuevo antes de recibir alguna respuesta, extendiendo un poco sus brazos hacia los lados para facilitarle al hombre la revisión de sus pertenencias, mientras esperaba sus orbes miel no dejaban de mirar al hombre a su frente, cuidando no solo de sus expresiones si no de cada movimiento en su cuerpo. Si algún problema surgía, podía demostrar que era un caballero y esto le permitía llevar aquella arma que obvio solo usaba en ocasiones de necesidad.

En ningún momento aparto su mirada del pelinegro sonriéndole ligeramente de vez en cuando, su anatomía se mantenía firme no deseaba dar a mostrar debilidad, cuidando de que aquel hombre no se sobrepasara con su “revisión” en todo caso si eso pasaba, sabia como defenderse; tal vez no fuera el mejor espadachín pero una buena batalla si podría darle a cualquiera –¿Mi cara bonita dice? –Frunció un poco el entrecejo ante aquellas palabras – Mi rostro es lo que menos debe preocuparle…- respondió de manera fría, solo en ese momento aquella sonrisa se desvaneció.

-Termine de una vez, quiero ver como es este reino…-comento de nuevo frio, alejándose un poco más de las manos del otro cuando le toco las caderas, ya que de cierta manera aquel toque había producido en su cuerpo un pequeño escalofrió nada agradable, a veces odiaba su cuerpo por ser tan sensible a algunos roces –Mmm... a todo esto ¿puedo saber su nombre? –cuestiona con voz un poco intranquila, llevando en un suave suspiro su mano hacia sus castaños cabellos para acomodarlos un poco, odiaba admitir que le interesaba conocer un poco mas de ese sujeto.