Recolectando Frutas (Libre)

Caminando por aquellos senderos conocidos, el joven Edmond comenzó a mirar hacia el tope de los arboles en busca de frutos. Tenía en mente recolectar frutos para llevarlos a los pobres como siempre que hace cuando está libre de misiones. Mientras observaba los arboles sentía aquella briza suave que provenía del oriente, aquel canto de las aves pacificas y aquel sonido de las hojas moviéndose a causa de las ventiscas. Terminada la búsqueda encontró frente a él aquel fruto que andaba buscando, eran unas manzanas verdes que al igual que su tamaño eran jugosas, dio un salto y se trepo en las ramas del árbol y comenzó a recolectar las manzanas. Cuando ya tenía en mando una quinta manzana la coloco en la canasta y comenzó a recordar cuando era pequeño y caminaba en busca de frutos con Reyan.

-Reyan, están muy altas… como vas a tomarlas?-

-Fácil chiquillo, doy un salto y me trepo en las ramas, jeje…-

Mientras recordaba ese momento siguió recolectando manzanas con una sonrisa tierna en su rostro. Ya cuando la canasta estaba hasta el tope con las manzanas se bajo del árbol y se sentó recostado del tronco mientras comía una y susurro levemente aquel nombre que tanto extrañaba.

-Reyan…-

Kira desde su puesto observó como Edmond buscaba frutos para los pobres, ella se quedo recostada en el tronco de un árbol cercano, el temple tranquilo de Edmond le daba a Kira una seguridad que no sentía desde que Reyan murió hace un año. El nombre de ese hombre pronunciado en un leve susurro de Edmond la llevo a recordar el día que lo conoció.

--recuerdo--

Kira se encontraba escondida en un agujero donde tenia amplia visión del mercado y de las personas que transitaban, justo en frente sin reparar en su presencia se paro un hombre mayor vestido elegantemente y con un suculento bolso de monedas. En un rápido movimiento parecido al de una serpiente salió de su escondite con un feo y oxidado puñal el cable que unía la bolsa a su cintura, ignorando el grito de enojo e indignación del hombre corrió por el gentío buscando asilo entre la muchedumbre.

Por andar mirando atrás a ver si el hombre al que le robo la perseguía cocho de forma aparatosa contra otro hombre, este la miraba sereno mientras ella recorría apresuradamente las monedas que se habían esparcido por el suelo. El hombre se inca y recorrió una de las monedas “démela, es mía” dice Kira mirándolo enojada, el hombre solo la miro intensamente a Kira, cosa que causo miedo y molestia en la chica, pero ella endurecida no desvió la mirada, sino que mantuvo la frente en alto.

El rugido de su perseguidor junto con la advertencia en gritos de los guardias la despabiló y arrebatándole la moneda al hombre siguió con su escapada hasta encontrar guarida en otro de sus escondrijos, las horas pasaron y ella se quedo escondida hasta que solo la luz de la luna y las estrellas reinaban. Tras salir de su escondite se dirigió a alguna tienda de mala muerte que permanecían abiertas toda la noche, iba tan centrada en el suculento plato que no se fijo en el hombre que la aguardaba en la oscuridad.

Con un jalón este la atrajo a un oscuro y horripilante callejón “quien crees que…” sus palabras de furia fueron cortadas por las manos del hombre que impedía el paso del aire atreves de su garganta, a causa de la falta de oxigeno y de la sorpresa sus fuerzas menguaron en un acto entre el terror de morir y la sed de venganza logro tomar el puñal de entre sus andrajosas ropas y clavárselo lo mas fuerte que pudo en el pecho de su agresor.

La sangre salió de inmediato y ante la sorpresa el hombre la soltó cayendo estruendosamente al suelo. Al hombre arrodillado por el golpe le faltaba la respiración y el puñal aun clavado en su pecho se movía con dificultad, Kira se sintió fuerte, invencible… feliz de haberse cargado un hombre mas fuerte y grande que ella, sin delicadeza retiro el puñal de un tirón ignorando el lamento de dolor del hombre. A pesar el ruido nadie salió, nadie se asomo eso la reconfortaba con furia sujeto al hombre del hombro y volvió a clavarle el puñal a la altura del estomago, saco el puñal y lo volvió a clavar una i otra vez hasta que el cuerpo se desplomo sin vida.

La respiración agitada, sus manos de sangre y la adrenalina de su cuerpo le llenaron el vacio de su alma. “valla niñas tienes carácter y madera para asesinar” las voz del desconocido la sorprendió y mas cuando reconoció la silueta del hombre de la tarde, “¿Qué le importa a usted eso?” respondió ella amenazante a pesar del miedo “mucho a decir verdad” respondió serio el hombre “Dime niña ¿No te gustaría convertirte en una asesina profesional? ¿Infundir miedo en tus victimas de tan solo decir tu nombre? Yo puedo enseñarte” Kira lo miro recelosa, pero tras pensarlo un momento acepto la mano que el hombre le tendía “vamos a casa pequeña tengo a alguien a quien presentarte” y así caminaron los dos juntos por las oscuras calles sin importar las ropas manchadas de sangre y el puñal en manos de la Kira.

--Fin del recuerdo--

Kira vio como Edmond se comía su fruto y tras pensar un segundo en sus anhelos se pregunto si sus nombres quedarian escritos en la historia por siglos

Perdido en pensamientos con aquella persona en mente y fruto en mano fue perturbado por una fuerte briza que le atrajo un aroma familiar que le pertenecía a una persona en especifico. Ya fuera del transe por aquel aroma dirigió su mirada automáticamente hacia la dueña de aquel aroma y le regalo una gentil sonrisa al ver que lo observaba sin pestañar. Tomo una manzana del canasto y se la arrojo para que se la comiera mientras pensaba su nombre un poco preocupado.

“Kira….”

-En que piensas Kira… se te secaran los ojos si no pestañeas-

Luego de aquellas palabras se recostó en el suelo mientras observaba las nubes moviéndose lentamente, parecía como si los minutos no pasaran a su debida velocidad. Esperando la contestación de aquella joven que se encontraba en su mundo cerró los ojos.

Kira lo miro y suspiro – solo pensaba que me gustaría que mi nombre y lo que hice fuera recordado por los siglos en la historia del mundo… algo ambicioso pero es lo que quiero- miro a Edmond y saco su viejo puñal.

Puñal que le recordaba su primer asesinato y sus metas – Esto es lo que me motiva – dijo mostrándoselo – me recuerda que si hay voluntad todo se puede- paseo el puñal entre sus dedos como si fuera un juguete y se distrajo mientras esperada el análisis de su amigo y recordaba la apuesta del amor, la muerte y el destino donde único gana la voluntad.