En busca de Paz.

Hay veces en las que desea ir en busca de un poco de paz, cual encuentra en el sonido y la calma del río mas cercado al reino, no le agradaba alejarse mucho de Amane puesto que los recuerdos le invaden y llegan a molestarle.

Su vida había sido tranquila, dulce, la amaba, pero aun así seguía preguntándose de vez en cuando de su verdadero origen, sobre sus padres, lo que le sucedió y del porque termino sola en aquella choza. Tenía varios amigos con los cuales podría hablar de este tema, pero prefería quedarse en silencio.


Acaricio su collar y volvió a guardar entre sus ropas que en estos momentos se mantenían ligeramente desabrochadas de la zona de pecho permitiendo ver ligeramente la figura que las ropas ocultan, su cabello largo se mantuvo desatado cayendo por su espalda y hombros. Bostezo y pensó en lo que estaría haciendo su rey… o su príncipe, o si tal vez seria mejor ir a espiar a algunos chicos lindos que se encuentren “solos haciendo sus cosas”.

Sumergió su mano en el agua y jugo con ella esperando a que la respuesta de “¿cómo matar su tiempo?” cayera del cielo.

Había llegado a ese Reino en busca de tranquilidad, había dejado a su preciada hija en su hogar. No es que le llegase a incomodar su compañía, pero necesitaba estar a solas y pensar. Sobre su pasado, sobre todas las cosas que había llegado a hacer... sobre su fallecida esposa. Ya habían pasado años, años agonizantes en los que sufría por su ausencia, pero ahora tenía a su hija, que era la imagen viva de su esposa.

Ya era hora de olvidar, de vivir la vida, sin ninguna pena, pero su recuerdo era una agonía, su hija se la recordaba todos los días, lo que era aún mas difícil superar, por eso la razón de a ver viajado sin compañía, recorrió todas las calles, de la ciudad, encontrándose con hermosas baratijas, y preciosas ropas que podía regalarle a su niña.

Habiendo comprado unas cuantas cosas, decidió alejarse un poco de la ciudad, pasando por los frondosos bosques, tan llenos de vida, se fascinaba con cada minúscula cosa que viera, el mundo era completamente fascinante para el, siempre descubría nuevas cosas sobre todo lo que estaba sucediendo.

Habiendo pasado todo el bosque, se encontró con un hermoso río, con algunos peces en el, el agua era cristalina, por lo que podían verse las rocas y lo que fuera que pasara por ahí.

Se acercó al río y lo acaricio, apenas si tocándolo con las yemas de los dedos, dejándose llevar por lo refrescante que era, y su hermoso sonido al pasar, sin darse cuenta de que una señorita estaba unos metros de distancia.

Sus sentidos reaccionaron y le trajeron de su mundo perdido el cual esta lleno de sus memorias pérdidas, deseosa de recuperarlas aun a pesar de que aquello no le traiga realmente una alegría, sino, la tristeza mas profunda. Sea cual fuese el resultado realmente desearía saber que esconde aquel pasado sellado en alguna parte de su pensamiento.

Giro su rostro y se encontró con un joven de cabello claro y aquella sensación de paz que aquel río inspiraba.
-Buena tarde- saludo amable, esperando no asustarle o enfadarle, pero alguien que disfruta de esa sensación suave del agua recorriendo la piel; para ella es interesante.
Se levanto un poco girando completamente mientras cerraba sus ropajes cubriendo completamente la piel antes ligeramente expuesta, ocultando entre ellas su collar: su mayor tesoro.
Sonrío y acomodo su cabello hacia atrás antes de levantar su mano derecha y agitarla ligeramente en un modo de saludo suave.

Estaba tan su mido es su tarea de rejalarse, que no se dio cuenta de la mujer que le había saludado hasta unos segundos despues. Dejo sus cosas en el piso y se levanto con una pequeña sonrisa, mirando a la mujer.

Se veía muy hermosa a simple vista, cabello negro y ojos de un color precioso. Hiso una pequeña reverencia aun con la sonrisa en el rostro.



— Buenas tardes, disculpeme, no me había dado cuenta de que se encontraba por aqui